jueves, 6 de febrero de 2014

Las huellas de Carmack. Capítulo 1. Trabajo

   -Grácias papá-.
   Las voces del pasado retumbaron en su cabeza y bruscamente se incorporó, alterado comenzó a recordar y pronto se relajó. Ya era costumbre diária, llenaba su mente con el trabajo a realizar a lo largo del día, paso a paso lo plasmaba en su cabeza de una forma visual. Jack Carmack era conocido entre otras muchas cosas por su capacidad de concentración.
   Se levantó de su pequeña cama aún nervioso por las pesadillas que arrastraba desde hacia años, contempló su minuscula habitación y como cada día, se dirigió a su primer obgetivo, dió cuatro o cinco pasos y se plantó ante su única ventana, el marco de madera carcomida ya medio podrida era de un color oscuro, acercó su mano hacia el único cerrojo, este era metálico ya oxidado a juego con el resto de la estancia y de un fuerte tirón lo consiguió mover. Abriendolo, poco a poco fué emergiendo detrás de sus pequeñas puertas un paisaje, para él el mas bello de todos los que sus ojos eran y serian capaces de contemplar jamás. El paisaje se componía de un par de montañas, unos pocos árboles y un esplendoroso sol con sus perfectamente diseñados rayos, todo ello dibujado y coloreado con colores vivos y sin respetar los trazos en algunas ocasiones. Un dibujo contemplado y realizado con el mayor cariño y la mayor admiración del mundo entero, visto a traves de sus ojos parecía tener luz propia.
   En sus esquinas superiores se hallaban dos fotos, en la parte izquierda aparecía la más bella de todas las mujeres, con su melena peliroja, su tez blanca y sus ojos oscuros lanzando la mirada más penetrante que jamás antes había distinguido hasta el día que la conoció. En la parte derecha, se obserbava la criatura más hermosa, el milagro que les salvó de la perdición, con su inexplicable pelo rubio y sus ojos de color miel, ella contenía la sonrisa más jovial, la más alegre, la más merecida tras superar la injusta adversidad que la tuvo condicionsda desde las edades más tempranas. Por ultimo, en la parte inferior, justo en el centro, aparecían los tres, la familia feliz se deducía de ella a simple vista.
  Con mucho cuidado cerró la ventana, con fuerza cerró el pestillo dando seguridad al aislamiento de aquel regalo y acto seguido comenzó sus qué haceres diários.
   Como cada día se pueso en el centro de la habitación, cerró los ojos, tomó el máximo de aire posible llenando sus pulmones de oxigeno y mientras exalaba con suavidad, se dejó caer hacia alante. Con los brazos extendidos y las palmas en el suelo, comenzó con las flexiones, después venían los abdominales y después el resto de su ya rutinaria tabla de ejercicios. Para Jack ers importante mantenerse medianamente en forma dado sus condiciones de vida actuales.
   El agudo sonido del despertador lo detuvo y con rapidez lo apagó, así dió paso al siguiente objetivo. En su puesto de trabajo actual la moda no tenía lugar, por lo cual, su armario metálico de chapa oxidada y con su peculiar chirrido al abrirse o cerrarse, no contenía mas que un par de pantalones vaqueros, un par de batas blancas y unas cuantas camisetas viejas. Justo al acabar de cambiarse, el interfono alojado en la parte izquierda de su única puerta sonó. Algo realmente peculiar, dado que solo una o dos veces al año alquien querría contactar con él a esas horas tan tempranas. Con el puño presionando el gigantesco boton amarillo de la placa metálica de color bronce, la luz parpadeante dejó de latir y de las ranuras emergió una voz familiar.
-Carmack, Carmack, ven al angar 28-. Dijo su nervioso compañero.
-De acuerdo, yá bajo-. Contestó para luego añadir...
-Oye Sttermect, enserio ¿De donde eres?-.
-No te lo diré J.C. Sabes que tienes que adivinarlo-. Respondió.
-Eres ucraniano ¿Verdad? -. Preguntó con una leve sonrisa en su rostro.
-Nó-. Contestó su compañero con una breve risotada final.
   Ninguno de los dos se acordaba yá de cómo comenzó el juego, las normas de éste fueron impuestas sobre la marcha y sin haberlas concretado en voz alta en ningún momento, se creó y formó en su totalidad a base de deducciones lógicas. Jack tenía que sdivinsr el país de origen de su compañero Beny Sttermect y éste no podía dar ninguna pista. Un juego la mar de sencillo, con un final dificil de conseguir y sin ninguna recompensa por haber ganado, les mantenía entretenidos en un tono social y jobial por detrás de los números, lss fundiciones, los ojos rojos e hinchados de las horas de pantalla y todo el esfuerzo fisico-mental de las interminables jornadas laborales.
   Bajando por el ascensor hacia el piso inferior no pudo evitar penssr en el tiempo que llevaba trabajando en aquel bunquer y en su vida anterior, parecía increible que hubiesen pasado yá tres años desde su primer día. Notó en su interior como crecía el amargo ssbor de la añoranza y procuró no dejar bagar su pente prestando atención a los trabajadores que tenía a su espalda.
-¿Escuchastes lo de los transistores?-.
-Sí, el nuevo hallazgo, ¡ Ese hombre se hará de oro ! -.
-Desde luego, Daniel-.
-Aunque... Por muy buena pinta que tenga he escuchado rumores-.
-¿Rumores?...-.
-Sí, rumores de que aquí trabajan en algo mejor-.
-¿Algo mejor? ¿Cómo qué?-.
-Nó sé que es realmente, sólo sé que no es el trabajo principal, si no que lo acompaña...-.
   Las puertas del ascensor interrumpieron la conversación al abrirse, con paso firme y pasotismo absoluto Jack se despidió. Tras cuatro pasillos y cinco puertas se plantó en el angar y con un claro y alto "Buenos días" saludó a los presentes. De la puerta situada a su derecha, con una pila de escombros metálicos a sus espaldas, emergió como siempre de una forma energica el personajillo bajito, delgado y calvo con sus enormes gafas de pasta y su barba pobre y desarreglada, el que tenía el papel de compañero de trabajo, Beny Sttermect.
-Buenos días Carmack, ya lo tenemos listo-. Dijo con una breve sonrisa.
-¿Yá? ¿Yá lo tenemos? -. Preguntó Jack con entusiasmo.
-Sí, Carmack, ya está completo al 100%, pero... bueno, hay un problemilla-.
-¿Qué problema? Beny-.
   Los animos bajaron al suelo y las miradas de ambos las acompañaron cusndo Sttermect recordó el siguiente paso del proyecto en el que estsban inbolucrados.
-Verás, en dos horas pasamos a la fase 06 del proyecto "E.I.S.-.
-Nó, Beny, Nó-. Repetía Carmack con los ojos abiertos como platos.
-Nó podemos pasar a esa fase aún. Hay que probar todos los posibles fallos en "I.Q." antes de eso, lleva mucho tiempo-. Añadió.
-Lo sé J.C., precisamente por eso, lleva mucho tiempo y no paran de meternos prisa, además, yá está ordenado-.
   Los ojos de ambos temblaban de la impotencia, algo tan sencillo como ese numero podía significar algo de lo más cruel. Ya se quejaron con antelación, incluso intentaron negarse, pero sabían que de nada serviría intentarlo de nuevo, no podían hacer nada más que obedecer.
-Al fin y al cabo está diseñado para ello... Ésto cambiará muchas cosas, ésto ayudará al mundo-. Sttermect procuraba ver el lado bueno y el "no podemos hacer nada" de la situación.
-Ayudar al mundo o al ejercito-. Contestó Jack con frio semblante.
-Mira J.C. tómate un café o incluso un wishky, tómate lo que quieras, te avisaré cuando empiece la prueba-.
-Nó-. Contestó para después añadir.
-Lo prepararemos todo para que nada falle, que no se repitan los errores y que no surjan nuevos-. Dijo levantando la mirada del suelo y depositándola en los ojos de su compañero.
   Repasaron todo el trabajo las veces que pudieron con el tiempo que disponían, durante tres horas no hubo ninguna charla fuera de las tipicas preguntas como "¿Dónde está esto?" Y "¿Dónde está lo otro?", hasta que sonó el interfono, dieron el aviso, todos llegaban para la presentación.
-Muy bien, ¡Muy bien Carmack! Esta vez no habrá ningun problema, todo saldrá a la perfección-. Con jubilo y nerviosismo se frotaba las manos.
-Sí, esperemos que sí Beny-. Contestó preocupado.
Con paso firme Sttermect se acercó, extendió sus brazos y con suavidad depositó sus manos en los hombros de Jack, le miró y de una forma concisa le dijo:
-Jack Carmack, compañero y amigo. Hoy no limpiaremos sangre del suelo, en un año ayudaremos al mundo entero, en un mes seremos famosos y mañana beberemos en la playa-. Concluyó sonriente y esperanzador.
-Grácias Beny por el apoyo-. Le contestó devolviendole la mirada.
-Por cierto, lo de la playa me parece buena idea-. Añadió haciendo crecer su sonrisa.
   Con jubilo y alegría le contestó mientras se marchaba bailoteando. Cuando avanzaba hacia una habitación le gritó:
-¡Hoy les presentaremos a los jefazos el espectacular traje de proteccion E.I.S. y su único sistema operativo I.Q.!-.
-¡No te olvides de los altos cargos gubernamentales!-. Gritó Jack para después añadir en voz baja.
-Y del pobre presidiario que podría perder la vida...-.