viernes, 31 de enero de 2014

Las huellas de Carmack.

          INTRODUCCIÓN.

   Hola a todo aquél que ponga su curiosidad, quiero, solo por placer, contar una historia, en breve relato, la clase de historia que no mantiene en vela a nadie, la historia de una persona muy apreciada por mí y por mucha más gente. Prefiero no decirte quién soy, permanecer en un anonimato absoluto, tampoco creo que conocerme tenga relevancia alguna. Él no lo supo en un principio, ni muchos años después tampoco, estando solo de la forma que estuvo jamás lo comprendería, pero todo llega en la vida y a veces incluso,  después de ésta.

   Lo conozco desde antes que existiera, mi relato será fiel. Ahora permanece estático, esperando, ni siquiera él mismo sabe que está ausente, ni lo que le puede esperar tras las puertas del conocimiento.

   Por favor, no te vayas, quédate conmigo y escúchame hasta el final, aunque sea sólo por la vana esperanza de llegar a resolver tus dudas. Te pediré otro favor, tan sólo uno más, recordar durante mi relato las palabras que me dedicó bajo la añoranza, esas palabras son las siguientes:

   "Todos tenemos objetivos, todos tenemos sueños, a veces pasan desapercividos y todos comienzan con un impulso involuntario, una simple idea, un pensamiento muy fugaz que nosotros mismos nos empeñamos en mantener, en formar, lo hacemos crecer poco a poco y a veces llegan a convertirse en algo muy poderoso, tanto como pueda ser un ideal, una forma de ser, ello nos condiciona de por vida y lo mas curioso es como comienza. Un pequeño impulso involuntario cambia nuestra vida, la nuestra cambia vidas ajenas y así sucesivamente y todo esto, por un simple impulso involuntario."

Un día en Paranoid. Capítulo 2°. ¿Dónde está?

06:06

   Una forma de pensar, algo que no parece encajar, algo, es algo que siempre y nunca está. A la cochera llegó el amigo y con un sonido atronador abrió la metálica puerta. -Joder, qué temprano has llegado-. Dijo. -Sí. ¿Y eso que tú estás aquí?-. -Tenía que coger la mochila-. Contestó. Todos quedaban en la cochera, todos tenían llave. Y ahí, en el sofa, estaba. Siempre viene y va, nunca ausente, pero... nunca está. -Oye, ¿Conoces Paranoid?-. -¿Qué? ¿Qué es eso?-. Preguntó. -Exacto-.

jueves, 30 de enero de 2014

Mic y la caja. Capítulo dos.

   De nuevo en la calle principal Mic esperaba en el mismo cruce, apollado en el muro, mirando a la gente. -Hola, Mic-. Le sobresaltaron. -Hola,Sárah-. Contestó. -Humm. ¿Qué haces aquí? Solo-. - Estoy buscando a un tío-. Contestó. -¿Para buscar no hace falta moverse?-. -No, Sólo observar-. Contestó. Sárah, la típica "niña tonta", que no es estúpida, es espesa, es irritante y algo incomprendida por todo aquél que no la conozca, peliroja, bagita y de ojos claros, una chica que jamás buscó crecer. -Pero... ¿Qué tío buscas?-. -No lo conozco, llevaba sobrero y zapatos de vestir, con un bigote "to" feo y perilla. Un narizón. -Ése es Julio-. DijoSárah. -¿Qué? ¿ Le conoces?-. -Sí, Julio, Suele beber en el bar de mi padre-. -¿Dón... ¿Dónde está?-. -Al cruzar la calle, iba para allá-. Respondió.

  Nada mas pasar por la puerta Mic vio a un hombre, con bigote, perilla, gorra en la cabeza y gordo como un tonel, con zapatos marrones y una copa de vino en la mano. Mic se llevó las manos a la cabeza, "Tonta" pensó mientras visualizaba el delgaducho y alto hombre que recordaba del cruze, su objetivo y Sárah, perdida de tiempo. -Eehhh, "pincesitaa"-. Alzó la voz un hombre desde detrás de la barra. -Shh, calla papá, vengo con un chico-. -¡OH! Lo siento chiquilla ya "pao"-. "¿Pao?" Pensó Mic. -Verás papá, mi amigo ha venido buscándo a Julio, el tipo raro-. Dijo en voz baja Mic obserbava al gordito que reia a carcajadas envuelto en la conversación con sus congéneres. -Oh, lo siento pincesa, ya se fue. Eh, chaval, Julio vino esta mañana, pero se fue con pisa. No te peocupes, está aquí todos los días-. -¿Todos los días?-. Preguntó Mic. -Sí, jeje, se toma siete wishkies y se vá-. Contestó y Mic se sintió aliviado. Se había equivocado con Sárah, al menos esa vez. El hombre de la gorra se levantó y se dirigió hacia ellos. -Paco, ¿Te ha gustado el tinto? Es de nuesta tied... ti... tieda... de aquí-. -¡Sí! ¡Hombre! Muy rico-. Contestó. -Escuché que hablabais de Julio-. Añadió. -Sí, hola, vi cómo se le caia esto y quería devolverselo-. Dijo Mic enseñando la caja de tabajo. El hombre la cogió. -Joder, pesa mucho para llevar cigarros, a lo mejor esconde oro aquí. ¡Jajajaja!-. - No sé lo que tiene, sólo quiero devolversela-. -Qué chaval más honoable, jaja-. -Sí, estos chavales de hoy en día siguen sorprendiendo, no todos pasan de todo menos de los porros, jajaja. Es un consuelo-. -¿Usted sabe dónde encontrarlo?-. Preguntó Mic. -¡SÍ! Hombre, sí, casualmente. ¿Conoces la calle Redrib? Allí hay un club, lo veo a veces entrando-. -Sí, vale, gracias-. Contestó mientras salia por la puerta. -Hmm, hasta luego Sárah, gracias-. -Hasta mañana, Mic, suerte-. Contestó.

Mic y la caja. Capítulo uno.


   Mic, un chaval normal y corriente, con sus vaqueros ni demasiado anchos ni demasiado estrechos, con su chaqueta negra, su pelo castaño y su actitud de chico normal y corriente. Un día caminaba junto a su amigo Chester y delante de ellos un hombre con zapatos de vestir y un sombrero, cuando escucharon el "Clack" que produjo la metalica caja de tabaco al chocar con el suelo. -Eh, mira-. Dijo Mic señalando al suelo. El desconocido miró a ambos lados y dejó ver sus perfiles antes de cruzar. Su bigote fino y pronunciado, su perilla de chivo y su protuberante nariz. -Se le ha caido-. Pronunció Chester. Cuando devolvieron la vista al frente el desconocido había desaparecido entre la multitud. Le buscaron durante un rato, pero el desconocido no apareció.

   Poco después, ambos, sentados en el banco de madera de la plaza del barrio, obserbavan la caja. -Lucky Strike-. Leyó Mic. -Si fuera chester ya me la habría quedado-. Dijo su amigo. -Siempre dices que soy un vago-. -Y eres un vago-. Contestó Chester. -No soy un vago-. Replicó Mic. -Calla y ábrela ya, no sé que te ha dado hoy. Tanto empeño en encontrarlo-. -No has visto nada- Dijo Mic mientras se levantaba. -Pienso encontrarlo y devolversela. No soy un vago-. Añadió sonriente. -No fastidies-. Replicó su amigo. -No me jodas. No soy un vago-. Contestó.

jueves, 23 de enero de 2014

Un día en Paranoid. Capítulo 1°. ¿Qué es ésto?

00:28
   Paranoid es un lugar que todos encontramos cuando andamos tras su búsqueda. Recibía el fresco aire de enero en la cara. Paranoid es una ciudad, un pueblo en el que no hay nadie más, pero todos siempre van. Las luces de emergencia parpadeaban en la noche y la anaranjada luz dejaba ver las piernas al compás. Paranoid existe, bien se sabe, pero ninguno lo podemos demostrar. Un coche se paró al lado del otro y de él salió un hombre. -¿Algún problema? Chaval-. Dijo. - Buscaba un sitio -. - ¿Te has perdido?-. Preguntó. - Sí, pero tranquilo, a mi casa sé llegar-.

domingo, 19 de enero de 2014

El día de Daniela.

Daniela tenía una teoría, una teoría que regía su vida,
ella la resumía en una frase que le soltaba a todo el mundo,
daba igual conocer a esas personas de toda la vida o que jamás
antes las hubiera visto, realmente daba igual, todas eran personas
con una cosa en comúm, no la comprendían... A todo aquél o aquélla
que pidiera explicaciones más concisas ella se las exponía pero,
igualmente no la comprendían.

Veía cosas que no deberían de estar ahí, las veía siempre y no sabía cómo dejar de verlas, eran cosas desagradables y a veces incluso horrorosas. Siempre evitaba hablar de ellas con la gente, le daba bastante miedo recordarlas y tampoco quería que la tomasen por loca,no por las acusaciones y demás consecuencias, sino porque serían falsas acusaciones. No estaba loca, las otras personas también veían esas lúgubres imágenes, a veces parlantes, a veces estáticas, siempre aterradoras. No comprendía del todo cuál era la diferencia entre las otras personas y ella, mayormente podrían hacer caso omiso, tal vez, o tal vez no les daba miedo verlas o quizás incluso disfrutaran hablandolas a espaldas.

Un día conoció a una particular persona en la parada del autobús.

-Hola.- Le dijo aquél hombre con su fuerte olor a alcohol.

-Hola.- Respondió Daniela.

-Hoy es un buen día para caminar.-

Daniela miró al cielo y las grises nubes la saludaron.

-Es posible.- Contestó.

-Lo siento amiga, no sé de qué hablar.-

-Puedes hablar de lo que quieras.-

-No quiero hablar de nada.- Respondió mirando su reloj.

-Entonces ¿Por qué empezastes a hablar conmigo?.- Preguntó.

-Me apetece hablar y mantener una conversación.-

-Creo que te entiendo, señor.-

El silencio se hizo durante unos minutos hasta que Daniela lo rompió.

-Las palomitas son palomitas cuando el maíz se cansa de ser maíz.-

-Que gran verdad, amiga.- Contestó.

En ese instante el autobús se acercaba, Daniela se levantó y se dirigio a su puerta para subir. El hombre se levantó tambaleándose y se dirigió a otra dirección.

-¿No subes al bús?.-

-Como ya dige antes, es buen día para caminar.- Respondió.

-Todos los días lo son.- Añadió.

-Señor, ¿Es usted una palomita?.-

-Quizás lo sea amiga, o quizás siga siendo maíz y el resto ya no...-

Justo después el desconocido se metió las manos en los bolsillos y manteniendo el poco equilibrio que le quedaba caminó. Daniela lo observó sentada en el autobús hasta que le fue posible y después, lo recordó.