domingo, 19 de enero de 2014

El día de Daniela.

Daniela tenía una teoría, una teoría que regía su vida,
ella la resumía en una frase que le soltaba a todo el mundo,
daba igual conocer a esas personas de toda la vida o que jamás
antes las hubiera visto, realmente daba igual, todas eran personas
con una cosa en comúm, no la comprendían... A todo aquél o aquélla
que pidiera explicaciones más concisas ella se las exponía pero,
igualmente no la comprendían.

Veía cosas que no deberían de estar ahí, las veía siempre y no sabía cómo dejar de verlas, eran cosas desagradables y a veces incluso horrorosas. Siempre evitaba hablar de ellas con la gente, le daba bastante miedo recordarlas y tampoco quería que la tomasen por loca,no por las acusaciones y demás consecuencias, sino porque serían falsas acusaciones. No estaba loca, las otras personas también veían esas lúgubres imágenes, a veces parlantes, a veces estáticas, siempre aterradoras. No comprendía del todo cuál era la diferencia entre las otras personas y ella, mayormente podrían hacer caso omiso, tal vez, o tal vez no les daba miedo verlas o quizás incluso disfrutaran hablandolas a espaldas.

Un día conoció a una particular persona en la parada del autobús.

-Hola.- Le dijo aquél hombre con su fuerte olor a alcohol.

-Hola.- Respondió Daniela.

-Hoy es un buen día para caminar.-

Daniela miró al cielo y las grises nubes la saludaron.

-Es posible.- Contestó.

-Lo siento amiga, no sé de qué hablar.-

-Puedes hablar de lo que quieras.-

-No quiero hablar de nada.- Respondió mirando su reloj.

-Entonces ¿Por qué empezastes a hablar conmigo?.- Preguntó.

-Me apetece hablar y mantener una conversación.-

-Creo que te entiendo, señor.-

El silencio se hizo durante unos minutos hasta que Daniela lo rompió.

-Las palomitas son palomitas cuando el maíz se cansa de ser maíz.-

-Que gran verdad, amiga.- Contestó.

En ese instante el autobús se acercaba, Daniela se levantó y se dirigio a su puerta para subir. El hombre se levantó tambaleándose y se dirigió a otra dirección.

-¿No subes al bús?.-

-Como ya dige antes, es buen día para caminar.- Respondió.

-Todos los días lo son.- Añadió.

-Señor, ¿Es usted una palomita?.-

-Quizás lo sea amiga, o quizás siga siendo maíz y el resto ya no...-

Justo después el desconocido se metió las manos en los bolsillos y manteniendo el poco equilibrio que le quedaba caminó. Daniela lo observó sentada en el autobús hasta que le fue posible y después, lo recordó.

No hay comentarios:

Publicar un comentario